La historia y la belleza se encuentran repartidas por todos los rincones de España, y como muestra de ello nos vamos a desplazar hasta la Huesca pirenaica para contemplar uno de los pueblos medievales más bonitos de España y probablemente de Europa, AínsaSobrarbe.

Ya observamos desde lejos un apiñado caserío, uniforme, proporcionado y armónico, destacando la esbelta torre de la iglesia, el enorme recinto del castillo y una de las plazas más bonitas de España.

Situada estratégicamente en la confluencia de los ríos Cinca y Ara (que apreciamos en las imágenes bien cargados de agua), sobre un alto a 589 m de altitud y rodeado de vegetación, bajo la atenta mirada de Peña Montañesa, apreciamos el casco histórico, el núcleo original de Aínsa, villa localizada en la comarca oscense del Sobrarbe, antiguo reino o condado surgido aproximadamente hace algo más de mil años en los Altos Pirineos.

Nos acercamos al conjunto histórico de Aínsa (desde hace algo más de 50 años, AínsaSobrarbe) y a primera vista resalta la torre de la iglesia parroquial de Santa María, enorme torre, única en el románico aragonés.

En el casco antiguo de Aínsa el tiempo parece haberse detenido en el Medievo, no en vano ha sido declarado en 1965 Conjunto HistóricoArtístico. El conjunto está formado por dos calles casi paralelas, la calle Mayor y la calle Santa Cruz, y por la Plaza Mayor, que se sitúa a continuación del castillo situado en una explanada próxima a la Cruz de Fuego. Estas dos calles se destacaban por acoger viviendas de determinadas clase sociales, pero las dos tienen algo en común, ambas conducen a la Plaza Mayor y al castillo.

El origen de la localidad se remonta al año 1124, cuando el rey Alfonso I el batallador otorgó a Aínsa una Carta Puebla, con los mismos fueros que la ciudad de Jaca. Con anterioridad, en el año 724, cuenta la leyenda de la Cruz de Sobrarbe que los cristianos que habían huido del dominio musulmán se reunieron en Aínsa para acometer la reconquista. Las tropas cristianas, dirigidas por García Ximénez, consiguen ganar la batalla gracias a la aparición, sobre una carrasca, de una cruz luminosa, actualmente símbolo de Sobrarbe.

En sus inicios, Ainsa estaba compuesto por un castillo, mucho menor que el actual y separado del pueblo, y un recinto amurallado formado por las calles y las iglesias de San Salvador (hoy desaparecida) y la de Santa María. Posteriormente se amplió éste: se unió al castillo y se construyó la plaza y varias casas en la parte baja del pueblo, surgiendo un segundo recinto amurallado, el cual se conserva en su mayor parte fagocitado por las viviendas, que se adosan por su cara interior.

Dentro de las murallas de Aínsa podemos olfatear el románico en cada rincón. Un arco de piedra da la bienvenida al casco histórico de la localidad donde la Plaza Mayor y el castillo son los principales anfitriones. El punto neurálgico de la villa es su porticada Plaza Mayor, del siglo XII, singular por sus grandes dimensiones y planta trapezoidal, con numerosos porches, sin duda testimonio de la gran actividad comercial que hubo en la época, acogiendo a feriantes y mercancías.

La Plaza Mayor, con mucho encanto, está presidida por el edificio del ayuntamiento y está rodeada por soportales en ambos lados, soportales donde se ubican prensas comunitarias en las que se realizaba la prensa de la uva. En ella nos encontramos balcones floridos y multitud de restaurantes, pequeños comercios y bares.

Un portalón nos conduce al castillo, casi tan grande como el resto del casco urbano. Fue construido en distintos periodos, entre los siglos XI y XVII. Declarado BIC en 1931, formó parte de la línea de defensa de los territorios cristianos y actualmente conserva muy pocos elementos del original edificio románico. Destacar el ya comentado portalón, el Patio de Armas y la Torre del Homenaje (hoy, EcoMuseo).

A un lado de la Plaza Mayor se encuentra la iglesia parroquial de Santa María, de estilo románico aragonés sobrabense, acabada en la mitad del siglo XII. De su sobriedad y desnudez destaca su sencilla portada de cuatro arquivoltas. Su esbelta torre, de dimensiones únicas en el románico aragonés, posee saeteras para la defensa.

En una panorámica general observamos sus ríos y puentes, el verdor del paisaje y la cordillera pirenaica como telón de fondo, una bellísima postal.

Acompañamos las imágenes con una canción tradicional del Alto Aragón

Una región que ya es parte de mi corazón. Allí están Patri y mi otro yo...qué cosas!!!


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