AQUEL QUE NO ORA, ESTÁ MUERTO
UN SERMÓN IMPARTIDO EN LA MAÑANA DEL SÁBADO, 25 DE MARZO DE 1855
POR EL REVERENDO C. H. SPURGEON EN EXETER HALL, STRAND
"Pues he aquí, él ora." Hechos 9:11
DIOS tiene muchos métodos para sofocar la persecución. Él no permite que su iglesia sea dañada por sus enemigos o abrumada por sus adversarios. Y no le faltan medios para desviar el camino de los impíos o para ponerlo patas arriba. Usualmente, Él logra su objetivo de dos maneras, a veces mediante la confusión del perseguidor, y en otras ocasiones de una manera más bendita, mediante su conversión.
A veces confunde y desconcierta a sus enemigos. Hace que el adivino enloquezca. Permite que el hombre que viene contra Él sea completamente destruido, le permite conducirse hacia su propia destrucción, y luego al final, se vuelve triunfalmente en burla hacia el hombre que esperaba poder decir ¡aja! ¡aja! a la iglesia de Dios.
Pero en otros tiempos, como en este caso, Él convierte al perseguidor. Así, transforma al enemigo en amigo. Hace que el hombre que era un guerrero contra el Evangelio sea un soldado a favor de él. De la oscuridad saca luz. Del devorador saca miel, sí, de corazones de piedra levanta hijos para Abraham.
Así fue el caso con Saulo. Es imposible concebir a un fanático más furioso. Había sido salpicado con la sangre de Esteban cuando lo apedrearon hasta la muerte. Tan oficioso era en su crueldad, que los hombres dejaron sus ropas al cuidado de un joven llamado Saulo. Viviendo en Jerusalén, en el colegio de Gamaliel, constantemente entraba en contacto con los discípulos del Hombre de Nazaret. Se burlaba de ellos, los injuriaba mientras pasaban por la calle. Procuraba decretos en su contra, y los hacía matar.