Desierto de Atacama, norte de Chile: los lugareños, basándose en la observación de la naturaleza, recogen el agua de la niebla o camanchaca por medio de finas mallas colocadas estratégicamente en las laderas de la montaña, al igual que hacen los cactus gracias a los líquenes que los recubren, destilando gota a gota el preciado líquido.
Hermoso ejemplo de cómo se puede, a pesar de la escases de recursos, sacar fruto de uno de los desiertos con más bajo índice de precipitaciones del planeta