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¿Cómo es la adolescencia normal? psicoanálisis duelos cambios

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Fiorino Sebastián

LA ADOLESCENCIA NORMAL Tomado y modificada de Aberastury y Knobel, 2002

Ana Freud dice que es difícil señalar el límite entre lo normal y lo patológico en la adolescencia, y considera en realidad a toda la conmoción de este periodo de la vida como normal, señalando además que sería anormal la presencia de un equilibrio estable durante el proceso adolescente.

Lo que configura una identidad semipatológica, que he denominado “síndrome normal de la adolescencia”, que es perturbado y perturbador para el mundo adulto, pero necesario, absolutamente necesario, para el adolescente, que en este proceso va a establecer su identidad, que es un objetivo fundamental de este momento vital.

Algunos duelos (proceso de perdida)
a) el duelo por el cuerpo infantil perdido, base biológica de la adolescencia, que se impone al individuo que no pocas veces tiene que sentir sus cambios como algo externo frente a lo cual se encuentra como espectador impotente de lo que ocurre en su propio organismo. La pérdida que debe aceptar el adolescente al hacer el duelo por el cuerpo es doble: la de su cuerpo de niño cuando los caracteres sexuales secundarios lo ponen en evidencia de su nuevo status y la aparición de la menstruación de la niña y el semen en el varón, que les imponen el testimonio de la definición sexual y del rol que tendrán que asumir, no solo en la unión con la pareja sino en la procreación.
b) el duelo por el rol y la identidad infantiles, que lo obliga a una renuncia de la dependencia y a la aceptación de responsabilidades que muchas veces desconoce.
c) el duelo por los padres de la infancia a los que persistentemente trata de retener en su personalidad buscando el refugio y la protección que ellos significan, situación que se ve complicada por la propia actitud de los padres, que también tienen que aceptar su envejecimiento y el hecho de que sus hijos ya no son niños, y sí son adultos o están en vías de serlo.
Esta situación del adolescente frente a su realización evolutiva, basada en las relaciones interpersonales de su infancia, a la que deberá de abandonar, lo lleva a la inestabilidad

La necesidad de elaborar los duelos básicos a que nos hemos referido anteriormente, obligan al adolescente a recurrir normalmente a manejos psicopáticos de actuación, que identifican su conducta.
Tanto las modificaciones corporales incontrolables como los imperativos del mundo externo que exigen del adolescente nuevas pautas de convivencia, son vividos al principio como una invasión.

Estos cambios, en lo que pierde su identidad de niño, implican la búsqueda de una nueva identidad que se va construyendo en un plano consciente e inconsciente. El adolescente no quiere ser como determinados adultos, pero en cambio, elige a otros como ideales.
Presenta varios personajes, y a veces ante los mismos padres, pero con más frecuencia ente diferentes personajes del mundo externo que nos podrían dar de él versiones totalmente contradictorias sobre su madurez, su bondad, su capacidad, su afectividad, su comportamiento e, incluso, en un mismo día, sobre su aspecto físico. Las fluctuaciones de identidad se experimentan también en los cambios bruscos, en las notales variaciones producidas en pocas horas por el uso de diferentes vestimentas, más llamativas en la niña adolescente, pero igualmente notables en el varón, especialmente en el mundo actual

Ocurre que los padres ahora son juzgados por sus hijos, y la rebeldía y el enfrentamiento son más dolorosos si el adulto no tiene conscientes sus problemas frente al adolescente.
Al perderse para siempre el cuerpo de su hijo niño se ve enfrentado con la aceptación del devenir, del envejecimiento y de la muerte.

El sufrimiento, la contradicción, la confusión, los trastornos son de cierto modo inevitables; pueden ser transitorios, pueden ser elaborables, pero buscando refugio en la fantasía debemos plantearnos si gran parte de su dolor no podría ser mitigado cambiando estructuras familiares y sociales.
Con todo este conflicto interno que hemos descrito, el adolescente se enfrenta en la realidad con el mundo del adulto, que al sentirse atacado, enjuiciado, molestado y amenazado por esta ola de crecimiento suele reaccionar con una total incomprensión, con rechazo y con un reforzamiento de su autoridad.

Tal posición ideológica en el adolescente es confusa y no puede ser de otro modo, porque él está buscando una identidad y una ideología, pero no las tiene. Sabe lo que no quiere mucho más de lo que quiere ser y hacer de sí mismo; por eso los movimientos estudiantiles carecen a veces de bases ideológicas sólidas.

Son tres las exigencias básicas de la libertad que plantea el adolescente de ambos sexos a sus padres: la libertad en salidas y horarios, la libertad de defender una ideología y la libertad de vivir un amor y un trabajo.
Toda adolescencia lleva, además del sello individual, el sello del medio cultural, social e histórico desde el cual se manifiesta.

posted by benditera2b