Estamos viviendo un momento en el mundo en que las estructuras sociales se han vuelto de gran soledad. En un mundo altamente poblado, una ironía es el creciente sentimiento de soledad entre las personas. Las estadísticas muestran un aumento en la vida unipersonal y una disminución en la formación de nuevas relaciones sociales, lo que refleja una crisis de soledad global. Esta tendencia, que afecta a una proporción considerable de la población, sugiere un cambio preocupante en las relaciones humanas.

Un estudio realizado por la Universidad de Harvard para entender qué es lo que hace a las personas más felices y que vivan más años, demostró que la calidad de las relaciones humanas es un factor determinante. La profundidad de las interacciones sociales y la calidad de la comunicación con otros juegan un papel esencial en el bienestar general, destacando la necesidad de relaciones humanas significativas para una vida plena.

Por otro lado, aunque las redes sociales y la tecnología prometían mayor conectividad, paradójicamente han contribuido al aislamiento y la soledad. La interacción a través de pantallas a menudo reemplaza las conexiones humanas genuinas, creando una falsa sensación de comunidad y exacerbando la fragmentación social. Este desafío contemporáneo nos urge a reflexionar sobre cómo está nuestra vida, cuál es nuestro nivel de soledad y, si se encuentra que ese nivel de soledad ha aumentado, poner remedio lo antes posible. Mi comentario con @MarioBeteta #OMB