Se define como "un chico de barrio y un cura de pueblo". Y eso no es poco, pero Antonio Matilla es muchas cosas más. Es sacerdote diocesano en Salamanca, párroco de varias iglesias de la ciudad, deán de la catedral (hasta el 10 de diciembre de 2024) y consiliario diocesano del Movimiento Scout. Le encanta escribir, filosofar y debatir sobre Ciencia y Fe. Pero además es sobreviviente a un cáncer raro, más silencioso que doloroso, conocido como Linfoma de las Células de Manto (LCM). Su vocación sacerdotal y su espíritu scout afloraron en la infancia; tomaron forma casi al mismo tiempo y han crecido juntos. Una promesa y una petición que le llevarían al Seminario aunque no tan pronto como él pretendía. Antonio lo tenía más claro que sus padres y otras personas a su alrededor. Pero Dios intervino y todo comenzó. Su ajetreada vida atendiendo parroquias y las responsabilidades que le eran asignadas, escribiendo miles de artículos, su compromiso con el movimiento scout, con su familia y sus amigos.... Todo quedó paralizado cuando recibió el diagnóstico de una enfermedad rara. Un fantasma contra el que tendría que luchar mientras era consciente de que la muerte podía estar muy cerca.
Todo lo que conocía y su acelerado ritmo de vida se iban desvaneciendo para dejarle a solas con Dios. El "parón" le vino bien, dice Antonio Matilla. Le sirvió para volver a su infancia espiritual y reforzar su confianza en Dios, que es "lo único que nos sostiene cuando todo lo demás desaparece", y en especial cuando pensamos que nosotros, con nuestras fuerzas y nuestra inteligencia, podemos controlar y superar todo. En su libro 'Linfoma LCM con amor y humor' y amor', relata, de forma muy amena y con muchas anécdota, su proceso de aceptación y superación de la enfermedad, apoyándose en la fe y la confianza en Dios. | © . ́ , ́ ́ ( ̃). Más info en: ..//