Amor, perdón, consuelo, guía y resurrección: el Corazón de Jesús lo abarca absolutamente todo. Qué más quieres?
La teología del Corazón de Jesús subraya cómo el Hijo se entrega personalmente a cada uno de nosotros: "me amó y se entregó por mi". Pero es que ESE ENTREGARSE DE DIOS POR TI LO ES TODO. No es humano. Es divino. Por eso, el encuentro con el Corazón de Jesús en la Eucaristía y en la Penitencia, es LA FUENTE DE LA VIDA.
Con motivo de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, compartimos la ponencia 'Encuentro con el Corazón de Jesús en la Eucaristía y en la Penitencia', impartida por monseñor José Ignacio Munilla, obispo de OrihuelaAlicante.
Él cumple sus promesas
La Eucaristía es el sello de la alianza escrita por Dios en el corazón del hombre, donde Él nos recuerda su promesa: "estaré con vosotros hasta el fin del mundo".
Cada uno de los Sacramentos es un encuentro personal de Dios con cada uno de sus hijos y la ratificación de sus promesas. La Eucaristía es una declaración de Amor de Jesús por cada uno de nosotros. 
El Corazón de Jesús ama "a fondo perdido"
Dios escribió una Nueva Alianza desde el Corazón de Jesús y con el corazón de cada uno nosotros. Dios ha dado su vida por tu redención, y tú ¿qué vas a hacer por Él? ¿Cómo vas a responder?
Cada vez que recibes la Eucaristía estás en el seno de Jesús como Jesús está en el seno del Padre. El Corazón de Jesús ama a fondo perdido.
Aunque no sea correspondido, ÉL no puede dejar de amarnos. Así como nuestras alegrías tienen que ser las que alegran el Corazón de Cristo, nuestros sufrimientos tienen que ser los que sufran con su Sagrado Corazón. Así como la Eucaristía es el sello de su Amor, la Penitencia es la gracia de la redención, el segundo Bautismo, es una aspersión purificadora que brota del Corazón traspasado de Jesús en la Cruz. Y más aún: el perdón de los pecados está ligado a la efusión del Espíritu Santo que Cristo nos da. Cada vez que nos acercamos al Sacramento de la Penitencia, ese Espíritu Santo moldea nuestro corazón a imagen del Corazón de Jesús. Cada vez que nos acercamos al Sacramento de la Penitencia somos engendrados de nuevo por el milagro de la Misericordia y del Corazón de Jesús.
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