Un ícono del rock que tuvo una muerte misteriosa, una batalla por una gran suma de dinero, y un legado que duró mucho más de lo que nadie pudo imaginar. Sigue atento a la dramática historia de la fortuna de Jim Morrison.

El líder y letrista de The Doors, Jim Morrison, se unió al infame "club de los 27" en 1971, cuando murió con solo 27 años.

A menudo atribuida a una insuficiencia cardíaca por el alcoholismo crónico, la causa de muerte de Morrison sigue siendo debatida por los fans. La cantante británica Marianne Faithfull afirmó una vez que la heroína pudo estar implicada, pero al no haber sospechas de un crimen, nunca se realizó una autopsia. Por esta razón, es posible que nunca se sepa qué lo mató realmente.

Cuando Morrison murió, la estrella de rock nacida en Florida era muy rica para la época, aunque el saldo de su cuenta bancaria no parezca mucho para los estándares actuales: tenía 400.000 dólares a su nombre. Pero en dinero de hoy, eso equivale a poco menos de 3 millones, que no es poco.

Antes de morir, Morrison dejó The Doors, cuya fama empezó a desvanecerse. Se mudó a París para escribir poesía, pero mantuvo una participación del 25% en la música de The Doors, así como los derechos de sus composiciones. Ahora que el legado de The Doors es más fuerte que nunca, ambas cosas valen mucho dinero. Por esta razón, entre otras, su complicada herencia, encerrada en un juicio testamentario, permaneció sin resolver por años.

Para empeorar las cosas, Morrison dejó pocas pistas sobre el destino de su dinero y sus bienes en su testamento, más allá de su pareja Pamela Courson, a quien Morrison llamaba su "compañera cósmica". Al morir Morrison, Courson recibió 400.000 dólares, así como el derecho de Morrison a los derechos de autor de The Doors y sus créditos de composición. Si ella muriera, lo que quedara, incluidos los activos musicales de Morrison, quedarían en manos de los hermanos de Morrison. Todo se ve sencillo. Pero cuando Courson murió, unos tres años después, las cosas empeoraron.

Courson y Morrison nunca se casaron ni tuvieron hijos. Courson también murió sin testamento, y varias mujeres afirmaron que Morrison era el padre de sus hijos. Varios excompañeros de banda de Morrison también afirmaron que les debía dinero. Muchos interesados iban detrás de su fortuna. Pero por un tecnicismo, lo que Morrison dejó a Courson volvió a sus padres cuando ella murió, a quienes apenas conocía. Los padres de Morrison — que quedaron fuera de su testamento — no lo tomaron bien. Demandaron a los Courson para obtener una parte de lo que consideraban que se les debía, alegando que Morrison no estaba en sus cabales cuando hizo los arreglos finales. Por su parte, los Courson llegaron a un acuerdo.

En la disputa sobre el dinero de Morrison y el valor de los créditos de sus canciones se perdió la cuestión de quién controlaría su imagen y semejanza, que en la década de 1970 pocos pensaban que valdría mucho. Pero la imagen de Morrison es uno de los activos más valiosos que dejó, como las camisetas, pósters y tazas de café más vendidas hasta el día de hoy.

En su acuerdo con los Morrison, la familia de Pamela Courson se quedó con los derechos de la imagen y semejanza de Morrison, mientras que cada parte se repartió los derechos de autor. Quizá los Courson se sintieron perjudicados por el acuerdo, pero el padre de Courson desempeñó un papel en el apoyo a la prevalencia de la imagen de Morrison en los años venideros, por eso es probable que supiera el valor potencial de lo que tenía en sus manos.

Está claro que 400.000 dólares en efectivo no durarían mucho, ni siquiera en la década de 1970. Por tanto, el valor real de la herencia de Morrison residía en su imagen y el valor de la música de The Doors; actualmente se calcula que las ventas de álbumes y descargas de la banda tienen un valor total de 3 millones al año. Considerando que The Doors vendió unos 100 millones de discos y más, es probable que esa cifra aumente aún más con el paso de los años.

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