i. Este era un milagro extraordinario. Moisés (y todos los demás) sabían que el agua normalmente no sale de las rocas de esa manera.
ii. Este era un milagro generoso. “Aquí de nuevo la divina paciencia aparece, pues Jehová no pronunció ninguna palabra de reproche, pero a pesar de la incredulidad impaciente del pueblo proveyó agua de la peña para ellos.” (Morgan)
iii. Este era un milagro con propósito. Al golpear la peña Moisés actuó el drama que quizás él no entendió. En 1 de Corintios 10:4, Pablo escribió de Israel en el Éxodo: y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. No sabemos si esta peña siguió a Israel de la manera que Pablo lo describe, pero si sabemos que cuando Jesús fue golpeado agua viva fluyó para que todos la recibieran.. “He aquí un tipo de Cristo, ‘golpeado, herido de Dios, y afligido’ (Isaías 53:4; 1Co 10:4).” (Trapp)

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