Antes de plantearse un propósito, vale la pena asegurarse de que es algo que se quiere de verdad, a lo que vale la pena dedicar el esfuerzo porque tiene sentido para uno mismo, tiene que ver con lo que uno es o con lo que uno necesita, no solo con lo que sería deseable. Y además de tenerlo claro, el objetivo debe ser realista, alcanzable, porque de nada sirve fijarse muchos retos a la vez o cosas que están fuera de nuestro alcance.