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Hayedo de Monasterio de Hermo

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Roberto González

Más o menos a la mitad del trayecto entre el pueblo de Gedrez y Monasterio de Hermo, dejaremos estacionado el coche en la explanada situada al lado del puente.
Desde ahí cogeremos la pista que se integra ya en el bosque, dejando a nuestra derecha el susurro de las aguas del rio Narcea.
UN PARAISO A NUESTRO ALCANCE

El hayedo de Monasterio de Hermo, en Asturias, es un bosque diferente por varios motivos.
Por su tamaño grande, muy grande, el mayor bosque de hayas de Asturias y uno de los más extensos de la península Ibérica (más de 1.500 hectáreas).
Por su ubicación, en los dominios del roble, en suelos de pizarras y donde la geología y el clima propician la aparición de otras especies atlánticas en detrimento del haya.
De hecho, cerca crece el Bosque de Muniellos, el mayor robledal atlántico y uno de los mejor conservados de España; también una de las mejores representaciones europeas de estas formaciones boscosas.
Y también es diferente por carecer de senderos homologados que lo transiten.
Así es, …..aquí el visitante no encontrará balizas blancas y rojas, ni amarillas y blancas, ni siquiera los colores verdes y blancos de los senderos locales.
Tampoco carteles senderistas ni balizas.
Entre las hayas, hallarás bosque, solo flora en buen estado de conservación….
(pertenece a la Reserva de la Biosfera de Muniellos y está englobado en el parque natural Fuentes del Narcea,
Poco a poco nuestros pasos nos conducen en ligero ascenso a cada vez un mayor desnivel que se nos presenta por delante,
es muy a tener en cuenta ya que no será apto para personas no habituadas a este tipo de terreno y con un fondo notable,
aun así, las ganas de integrarnos en el bosque nos supera sabiendo que los hayedos nos transportan a otras épocas, círculos de energía silenciosos que nos hacen meditar.
La niebla, el silencio, tiempo de calma…el ocre, marrón, naranja…
Bosques detenidos.
Las hayas (hadas) en forma de candelabro y ramas verticales guardan memoria…tienen energía centenaria acumulada.
Nos observan al caminar.
El otoño es una época del año tan llena de colorido y fugaz, que la poesía le sienta bien.
Nos invita a la nostalgia, la despedida, el amor…la pérdida, el paso del tiempo, el recogimiento, la lectura, un paseo lento por la hojarasca, olor a humedad y a tierra, sabor a castañas.
Explota el color sin demoras, ir cazando con fotografías los colores intensos de la hoja caduca.
Resulta pretencioso intentar meter en unos folios los colores del otoño,
el silencio del bosque…
Tan difícil como intentar recoger en una partitura los trinos de los pájaros, o el cálido canto del viento del sur en otoño…”

El color insobornable del otoño.
Acuarelas incendiadas a fuego.
Romántico abanico de colores únicos en el año.

Mágicos colores y tan variados….¡Cuánta belleza suelta!
Encuentros de color.
Lugares sin grandes historias de gran belleza y riqueza natural.
Nos hace sentir arropados y protegidos. Los colores nos envuelven: hojas amarillas, anaranjadas o rojizas.
Quizá sean nuestras imágenes interiores que colorean el otoño, donde el paisaje es el reflejo del interior…con todos sus matices, ser uno más con el bosque.
Espacio mitológico, misterioso, silencio, intimidad, fundirse en el color y la niebla…
“Hoy llevamos los ojos llenos de otoño…” Hemos fotografiado, contemplado, escuchado y pisado las hojas caídas.
Quizá sea una estación para sentirse bien, simplemente…en silencio, en armonía.

posted by karovicagz