Belén Moya nunca abandonó su conversación con Dios. Pero pasó mucho tiempo (y pasaron muchas cosas en su vida) antes de que descubriera hasta qué punto le había sostenido la oración. También tardaría en darse cuenta de cómo la Virgen, discreta y amorosa, siempre la había acompañado. Pero Belén sí fue consciente, bastante pronto y claro, del poder real de la intercesión de los santos, que recogen nuestra oración y se la llevan al Señor para "arrancarle" milagros.
Aunque nosotros no comprendamos ni Sus formas ni Sus tiempos, Dios escucha siempre, y siempre responde, para devolver la paz a nuestras vidas, reordenarlas y llenarlas de sentido.
Belén sufrió un abuso a los  7 años. En aquella época lo que "se llevaba" era callar, minimizar y superar el trauma olvidando y normalizando lo ocurrido, sin más miramientos y lo más rápido posible. Aquel hecho traumático iba a condicionar su vida durante décadas, aunque ella no lo supo identificar hasta casi los 40 años. Hay sucesos en la vida de una persona que pueden quedar escondidos para siempre en lo profundo del alma. En apariencia no causan ningún daño. La vida sigue... Pero lo cierto es que, en la mayoría de los casos, serán una sombra que planeará siempre sobre la víctima, desordenando y quitando luz y nitidez a su vida. Escucha este testimonio de fe y sanación. Ya sabes que para Dios ¡nunca es tarde y nada es imposible!
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