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Melodía 40 Georges Ivanovich Gurdjieff

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Jesus Yusuf Isa Cuevas

Georges Ivanovich Gurdjieff es un personaje que desde hace un tiempo me tiene intrigado, por decir lo menos. Generalmente soy muy escéptico con gurús y maestros supuestamente iluminados, pero el caso de Gurdjieff es particular. Nacido en 1866 en Guiumrí, Armenia, de padre griego y madre armenia, desde muy pequeño comenzó a preguntarse sobre el sentido de la vida. Hablaba griego, armenio, ruso, turco y georgiano. Viajó extensivamente por toda Asia central. Los viajes realizados en esta etapa son narrados en su libro “Encuentros con hombres notables”, que fue llevado al cine por el director de teatro y cine Peter Brook. Luego de formar un grupo de estudio, establece en 1912 en Moscú su “Instituto para el Desarrollo Armónico del Hombre”. Por los vaivenes de la Revolución Rusa y la guerra civil que le siguió, se trasladó con su instituto a Tifilis, la capital de Georgia, posteriormente a Estambul, luego a Berlín, Londres y, finalmente, se establece en París y desarrolla un método de autoconocimiento que sintetiza ideas tomadas del sufismo islámico, el budismo, el hinduismo y el cristianismo oriental. Sus enseñanzas, conocidas como “El Cuarto Camino”, por tratarse de una alternativa diferente a la del fakir (enfocado en la mortificación del cuerpo), el derviche o monje (enfocado en la oración y la contemplación) y el yogui (enfocado en el intelecto). El cuarto camino sintetizaría esas tres vías en una nueva, más adecuada, según dijo, a la vida moderna.

Lo que me interesó mucho es que su obra trata enfocarse hacia el intelecto, mediante sus voluminosos escritos (“Relatos de Belcebú a su nieto” es el más famoso), hacia la emoción mediante varios cientos de composiciones musicales que le dictó, a lo largo de varios años, al compositor ucraniano Thomas de Hartmann, y hacia la conciencia corporal mediante una serie de movimientos dancísticos. Él mismo se presentaba como “un simple maestro de danza”. Después de su muerte, acaecida en 1949, sus seguidores formaron grupos de estudio en muchos países y sus ideas se han mezclado con muchas otras corrientes “new age” (de ahí mi desconfianza). Sin embargo, hasta donde he leído de sus obras, se ocupa poco de asuntos metafísicos o sobrenaturales y se enfoca mucho más en aspectos de desarrollo de la personalidad y el autoconocimiento. Su música, aunque fue arreglada para piano, suena muy bien en otros instrumentos. Aquí les presento un arreglo que hice de una melodía sin título, etiquetada únicamente como “Número 40”, utilizando citera húngara (gracias a la generosidad de mi amigo, el compositor Aurés Moussong), santur iraní, duduk armenio, clarinete bajo, ney árabe y cromorno tenor.

posted by pariatzdv