La psicología de la motivación es un campo extenso y dinámico. Entenderla es todo un reto para cualquier ser humano. En el presente cortodocumental, el objetivo principal es resumir sus fundamentos básicos, familiarizando a la audiencia con el ciclo motivacional y, sobre todo, remarcando la diferencia entre deseo y necesidad. ¿Qué mueve al hombre?
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Una de las preguntas más sustanciales que un individuo puede formularse es: “¿qué es lo que me mueve?”. Y, con esto, no estoy demandando una explicación puramente física o biológica del estilo “nos movemos gracias a nuestro sistema nervioso o porque diversas fuerzas externas actúan sobre nosotros.”. Más bien, podría reformular dicha disyuntiva de la siguiente manera: “¿por qué hago lo que hago (y no otra cosa) en el amplio sentido de la palabra?”. En tal caso, la respuesta albergaría diversos factores psicobiológicos y sociales que constituyen una parte fundamental de la esencia del sujeto: la motivación. Cuando uno habla de motivación, la mayoría de la gente interpreta la tercera acepción de la RAE: “ensayo mental preparatorio de una acción para animar o animarse a ejecutarla con diligencia e interés”. Lejos de aludir a esa fuerza herculiana que nos llena de energía, vigor y empuje, mi intención es analizar este término desde el punto de vista psicológico. La motivación puede definirse como «el señalamiento o énfasis que se descubre en una persona hacia un determinado medio de satisfacer una necesidad, creando y aumentando con ello el impulso necesario para que ponga en obra ese medio o acción o para que deje de hacerlo».

El psicólogo Campos Doria la describe en su obra Motivación Humana como la «la raíz dinámica del comportamiento»; es decir, «los factores o determinantes internos que incitan a una acción». He adaptado gramaticalmente el siguiente pasaje de este libro: “para comprender el comportamiento humano, es fundamental conocer en profundidad los engranajes de la motivación humana. A pesar de que el concepto de motivación se ha utilizado con diferentes implicaciones, ésta se concibe, por lo general, como un impulso que lleva al individuo a actuar de determinada manera para con las circunstancias, es decir, aquella pulsión que da lugar a un comportamiento específico. Dicho empuje a la acción puede ser provocado por un estímulo externo (véase, aquellos que provienen del ambiente), o generado por uno interno (por ejemplo, procesos mentales del individuo). En suma, existe un estrecho vínculo entre la motivación y el sistema cognitivo del sujeto, pues el conocimiento o cognición representa lo que las personas saben respecto de ellas mismas, así como del entorno físico y social que les rodea, la estructura y los procesos fisiológicos, sus experiencias previas, sus necesidades particulares y, por supuesto, sus valores personales. Por ende, los actos del individuo están guiados por lo que éste siente, piensa y cree.”.