¡Hola, amigos! ¿Alguno de ustedes es un “gamer”? Yo no lo soy, pero hubo una época en la que podía pasar toda la noche jugando algún videojuego asombroso. Pensando en esos tiempos, apareció una duda en mi mente: ¿qué ocurriría si jugara 24 horas seguidas? ¿Crees que no lo averigüé? ¡Equivocado!
Decidí que lo haría un sábado, para no tener trabajo, poder dormir bien antes del evento y contar con otro día para recuperarme. Compré una docena de latas de Red Bull (de las grandes, no de esas pequeñitas), y me aseguré de tener suficiente café como para no quedarme dormido. Después modifiqué mi asiento para estar menos cómodo de lo normal; pensé que me ayudaría a no quedarme dormido…

MARCAS DE TIEMPO:
Qué hice antes de mi experimento 0:22
Las primeras tres horas 1:48
Cuando tanto jugar comenzó a hacer efecto en mí 3:21
Qué sentí después de quince horas 4:13
… y cuatro latas de bebida energizante 5:32
¡No puedo salir del juego! 6:33
Cómo terminó mi maratón 7:19

#Juegos #Videojuegos #Genial

RESUMEN:
Apagué el teléfono para que nadie pudiera llamarme y distraerme de mis juegos, y coloqué comida fácil de tomar en el escritorio, junto al monitor.
Elegí uno de un jugador. Lo abrí y me sumergí en el mundo de las aventuras y la magia.
Las primeras tres horas pasaron como si fueran un minuto. No me sentía hambriento, sediento ni cansado, no sentía nada.
Después de 7 horas recordé que tenía piernas. La naturaleza llamó, e intenté ponerme de pie, pero estuve a punto de fracasar.
En fin, unos 5 minutos después, regresé a mi juego. Pasaron otras 3 horas, comí más bocadillos y me tomé mi primera bebida energizante del día.
Otras dos horas después, abrí otro Red Bull. No es que tuviera que energizarme, solo necesitaba una distracción.
No sabía qué estaba ocurriendo después de todas esas horas de juego, pero, como dije antes, no me importaba. Lo único que quería era conseguir esa armadura legendaria como fuera.
Habían pasado otras tres horas, y se habían ido otras dos latas de bebida. Terminé el capítulo, tal como me lo había propuesto, y aún tenía mucho tiempo por delante, así que comencé con el siguiente.
Mi visión estaba un poco borrosa, ya que mis ojos se habían cansado de tanto mirar fijamente la pantalla, y mis pensamientos se volvían cada vez más caóticos. Pero fuera de eso, me sentía de maravilla.
Irónicamente, cuando se cumplió el último minuto de mi maratón de 24 horas, me di cuenta de que no podía grabar y salir del juego en esa zona.
Salí del juego después de otras cuatro horas. No me di cuenta de lo exhausto que estaba hasta que lo cerré. Me puse de pie y me froté los ojos, y después me estiré como si mi vida dependiera de ello.



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