Frente a esa cruz, que había negado algún día, estaba dando gracias a Dios por muchas cosas y me quedé callado… Llegó un pensamiento muy fuerte a mi mente que decía “Para qué estudias para el mundo, si puedes estudiar para mi”. Después de esto y algunas señales decidí entrar al seminario.
¡Conoce la historia de Adrian!