Hemos escuchado decir que la música consta de ruidos y silencios, que una melodía sin silencios sería insoportable, y si no incorporamos el ruido no hay música. El arte es armonizar ambos de tal manera que la combinación resulte adecuada al objetivo con el que se compone la obra.
Hay personas que tienen mucho que expresar y con mucha frecuencia, dicho vulgarmente necesitan constantemente “VOMITAR SUS PENSAMIENTOS”, habitualmente son conocidas en el medio familiar o laboral, y muchos las esquivan cuando las ven venir.
Otros en cambio son callados, generalmente no participan, a veces escuchan y otras se llevan la atención a mundos diferentes y lejanos del que la realidad física muestra. Parece que están en silencio.
Me he referido aquí más a la materialización del silencio que al silencio real. El silencio interior suele ser más difícil de lograr, consiste primero en reconocer el ruido físico, a través de las percepciones sensoriales, después el ruido mental, o el discurso constante del pensamiento, para irlo soltando y en poner la atención en la respiración, como ayuda para sentir el vacío o vaciado de la mente.

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