Una auténtica epidemia

Se ha normalizado.
Se ha extendido (papel de los medios de comunicación).
Parece prácticamente hereditario.
Afianzado en algunas culturas bajo el peso del machismo.
¡Y la respuesta que hoy muchos ofrecen es pagar con la misma moneda: el feminismo!

¿Pide Dios algo "imposible"?

La Palabra de Dios es clara; todos recordamos el texto: "Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre."
Recordemos que Cristo no teme proponer "imposibles": Nuestra salvación misma es una especie de "imposible."

Los daños de la infidelidad

Resentimiento, rabia, venganza, odio... son palabras tremendamente destructoras, y forman parte de las historias comunes de infidelidad.
Dolor, soledad, traición, frustración profunda... son palabras que acompañan estas historias a menudo.
Miedo al futuro, escuela de manipulación, afianzamiento de la mentalidad machista o feminista, confusión en la orientación sexual... son algunas consecuencias frecuentes que padecen los hijos de matrimonios donde ha sucedido infidelidad.

Pocas veces nos preguntamos por las causas... Y de ellas parten las respuestas

El análisis de la infidelidad suele ser apresurado y superficial; suele limitarse al inicio de los episodios mismos de infidelidad; y se dicen cosas como:
Esa mujer es una descarada;
Ese hombre ha sido siempre así;
Hoy las mujeres no se dejan y tienen también derecho;
El que no cuida, o la que no cuida, lo que tiene...
Las causas reales vienen de mucho tiempo atrás, incluso de antes del matrimonio:
Una vida desbalanceada, desintegrada, en la que algunos placeres intentan recuperar el balance: por eso no es extraño que la infidelidad suela estar unida a otros vicios de satisfacción egoísta como el alcohol, la pornografía, la masturbación o la droga.
Noviazgos carentes de pureza, en los que se establecen relaciones asimétricas y de uso (típicamente, del hombre hacia la mujer), que la parte más débil permite por su propia serie de causas: bajo autoestima, presión cultural, presión social, sensación de que hay que ceder para no perder.
El uso de los anticonceptivos es una escuela muy directa hacia la infidelidad porque imprime en el cerebro la idea de que el sexo es, o debe ser, un entretenimiento sin consecuencias.
Medios de comunicación y redes sociales trivializan, primero con el lenguaje, y luego con el ejemplo, la sexualidad humana, presentando a menudo como liberador, progresista, divertido e incluso bueno para la pareja tener todo tipo de experiencias sexuales.

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